lunes, 31 de diciembre de 2012

Negra Navidad

En el cielo los astros pululan descarriados y eternos, mientras ella los observa con sus almas llorosas. Le habría gustado ser algo, no sabe exactamente qué, no tiene el conocimiento. Sus manos son las de una niña pequeña, su pelo es largo y rizado, su sonrisa no está completa... Primero llegó el jinete del hambre a su aldea, amargo como la vida; luego llegó el de la sed y la enfermedad, semidulce... todavía espera al último de ellos en esta eterna oscuridad. Su madre dijo que algún día llegaría a por ella y que sería dulce, dulce como la muerte. Esas fueron sus últimas palabras, un último aliento en un cuerpo desnutrido y vacío, final de una vida triste y pobre. En aquella ocasión fue la primera vez que vio a un hombre blanco. Le asombró su abultado vientre y sus rollizos brazos. Jamás había conocido a nadie con tanta carne, ni siquiera se había planteado nunca su existencia. Pareció afectado al ver morir a su madre, la miró con ojos tristes. Padmé se estremeció al recordarlo. Tosió y un poco de sangre salió de su boca, manchando sus finos dedos. Se sentó en el suelo, pues sus piernas ya no la soportaban. Algo se rompió en su estómago y se dobló por la mitad con un intenso dolor. Se acercaba el final y tuvo miedo. Los cascos al galope se acercaban desde algún lugar. Cerró los ojos. De pronto sintió el mundo a su alrededor mucho más nítido. Lo comprendió todo. La muerte de su tierra era solo el principio para el fin, todo perecería pronto bajo el yugo del hombre blanco, insaciable. El caballo estaba más cerca, sintió su aliento y se encogió bajo el mismo. Sería engullida bajo aquella oscuridad para no haber existido nunca. Abrió los ojos por última vez, tal vez de nuevo en su cuerpo, vio a su madre y un último suspiro la llevó con ella para siempre. Las estrellas cayeron del cielo. Por fin había dejado de sufrir, y fue dulce...dulce como la muerte...

domingo, 18 de noviembre de 2012

Vida

Miles de estrellas contemplan tus pasos, tu sonrisa perdida. Desde tu nacimiento como pequeño astro los dioses sabían que albergarías vida en tu seno, algo especial... Eras pequeña y caliente. Eras dulce y salada. Tus hermanos te miraban con envidia y codiciaban tu posición en el Universo. Poco a poco te fuiste enfriando tras el paso de los años...      Se buscó una amiga, capaz de acompañarla en su eterna soledad, pues todos necesitamos a alguien a nuestro lado, alguien que nos acompañe cuando cae la noche. Un buen día abrió sus nubes y miró al sol, conoció algo nuevo, descubrió el amor. De sus entrañas surgió el sentimiento y poco a poco floreció. Vivíó feliz viendo prosperar a sus hijos, creciendo en su interior. Con el paso de los años se hizo vieja, pues no mayor, y de las pequeñas partes que se compone nació la destrucción. Su amiga lloraba su pena y su amor le daba más calor, pero su sufrimiento crecía pues no deseaba el mal para sus hijos, preferíendo no sobrevivirlos. Y así llegamos al presente; toda su vida dedicada a nosotros, todo ese tiempo protegiéndonos, todo un futuro de dolor. Desde aquí me disculpo contigo: madre de todos, planeta, corazón.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Almu

Y te dirán que no es posible. Que alguien como tu no está capacitada para ciertos trabajos. Ellos piensan que eres una más en un mundo de seres perdidos. Se equivocan. Despertarás cada mañana deseando rendirte, con esas voces en tu cabeza. Pasarán las horas y desearás volver con nosotros, tristes vagabundos en un mar de tiempo libre. Poco a poco se apagará la oscuridad. Pronto mirarás tu alma desde otra perspectiva. Suplicarán que las escuches pero eres fuerte, tan fuerte que puedes con todo...
      No solía pensar en ello pero aquella noche lo hizo. Un sentimiento de desazón le llenaba el alma. Recordaba las noches de fiesta o las cenas en cualquier local con sus amigos, su familia. Ese lugar era distinto, la gente era distinta. Las niñas que cuidaba eran un encanto, la casa era preciosa y el paisaje era digno de un cuento de hadas pero no estaba segura de nada... Despertó temprano. Sus preciosos ojos dirigieron su limpia mirada más allá del cristal empañado de su ventana. Algunos rayos de sol se filtraban entre las nubes y la lluvia para caer sobre el suelo mojado... En un instante cambió todo. La casa era magnífica y las gentes del lugar eran cordiales y afectuosas. Los animales pastaban libres como si del mismo Edén se tratase y su gente siempre estarían ahí, esperándole con la sonrisa que se merece. Se vistió con toda esa ropa que necesitaba para aquellos lares, pero eso ya no le importaba. La vida es distinta cuando comprendes lo especial que eres, cuando un pequeño rayo de sol se filtra entre las adversidades y baña con su fuerza las flores sobre el verde mojado...

miércoles, 22 de agosto de 2012

Bailar

No estaba solo. Se encontraba en un mar de canciones sin nombre y comentarios de dudosa existencia. Se encaminó a la barra y pidió su ya clásico Vodka con lima. La gente entraba al tuburio en oleadas. Las niñas se drogaban y momentos despues se follaban a todo lo que se movía. El chico buscaba su baile, su balanceo ocasional con otra persona que no buscase segundas intenciones. Alguien le pasó rozando, buscando su aprobación y su sexo. La dejó hacer pero no se mostró interesado. Volvió a apoyarse en la barra del bar y escuchó el sonido del local. Pasaron varias canciones hasta que llegó la suya. Apuró su copa y se dejó embaucar por el ritmo latino. Pronto se acercaron las pequeñas drogadictas buscando algo más. Siguió bailando hasta que se encontró con una pareja de baile. Dos canciones bastaron. Cambió la música de nuevo en el local. Sin mediar palabra se marchó para nunca volver a verla.

lunes, 20 de agosto de 2012

Crepúsculo

Es casi una pérdida de tiempo. Mirar el cielo de tus ojos y tener pensamientos oscuros. La belleza es efímera pero te enamoras de ella. Ciego de dolor observas pasar la vida mientras el río se vuelve cada vez menos caudaloso. Siempre hay peces de colores en la tarde más triste. Sentado puedo ver nacer la noche y, al llegar el sol, el fin de las estrellas. Dejas pasar un instante y te haces viejo por arte de magia. Comprendes el miedo del que ha vivido y no se ha mojado, del que sueña relatos desde el fondo de su habitación. Se siente perdido en un mundo de mayores. Ya no existe la juventud promiscua de los veinte, los niños nacen y mueren, o jamás dejan de serlo. Nunca se expresa el alma ni se conoce al ignorante moral, pues no sabe el que tiene lo que ha perdido cuando en realidad nunca lo ha tenido... Ya amanece y el coro de pájaros vuelve a comenzar. Nuestro destino lo creamos nosotros cuando empezamos a llorar. No debemos soñar con el mañana, es solo un trozo de papel que hay que rellenar.

jueves, 26 de julio de 2012

Nota

Te escribo esto para que sepas que no te olvido mi amor. Tengo días en los que me acuerdo de tí y recuerdo cada parte de tu ser como si fuese mía. Pienso en tí paseando de noche, mientras contemplo la Luna, a través de un parque negro, siniestro. Una sonrisa tuya significa un nombre en tus labios de terciopelo. Dicho nombre significa un beso. Las estrellas abrazan a la Luna como me gustaría poder abrazarnos, eternos. Silencio y oscuridad me trae tu recuerdo, silencio presente por susurros pasados y oscuridad por mi vida desde aquello. El roce de tus piernas en las sábanas vaga por mi cerebro y el llanto de mi cuerpo es un dolor que guardo con celo, pues eso me queda de tu tiempo. Tropiezo en la penumbra con un firme deseo. No puedo ni quiero evitar dormir sobre tu pecho. La calle desierta anuncia el drama de tu pérdida. Una carretera triste separa el parque de la playa. Muchas veces hemos disfrutado de esa arena blanca, dulce mar salada. Nos despertamos temprano aquella mañana. Las lágrimas inundan mis ojos al recordar lo nuestro. Malditos coches y malditas prisas que acabaron en mi pesar eterno y en tu entierro. Pero conserva la paz mi amor, no habrá más desconsuelo. Lanzaré esta nota al viento mientras mi sangre brota de la herida que siempre hubo en mi pecho.

lunes, 23 de julio de 2012

Casi una Sonrisa

Se escuchaba mi canción favorita en la estación de radio del viejo transistor, en la vieja taberna de mar. El sol se filtraba por las grietas de aquel viejo tuburio y mostraba toda la inmundicia que allí pernoctaba. La suciedad estaba viva en el ambiente. Un saxofonista viejo y cansado comenzó a tocar una balada olvidada, no la conocía ni él mismo. Se consumía la cerveza y el vino viejo por doquier. Los vasos estaban tan limpios que casi filtraban la luz, algo anormal pasaba a mi alrededor. Me fijé que el pordiosero que se hacía llamar camarero, llevaba los pies tan sucios que hasta las ratas lo esquivaban al pasar, algo insólito pues eran ratas curtidas y no hacían asco en lo peor. El ambiente, invadido por cierta niebla era denso como humo mojado en alcohol. Una figura apareció en el resquicio de la puerta, alguien nuevo. Esbelta, con media sonrisa de pícara y música alrededor. Se la veía segura y distante, un secreto andante que yo debía desvelar. La observé mientras caminaba por el ahora precioso suelo de la taberna. La pequeña luz del techo era suficiente para resaltar sus turgentes senos y fijarme en su rostro. El ángulo de su perfil estaba cincelado en caoba y sus ojos almendrados incitaban a un deseo oscuro y secreto. Me acerqué a ella mientras pedía algo bueno y fresco. Le puse mi mejor sonrisa y esperé alguna reacción en su faz egipcia, belleza sin igual. Muchos hombres piensan en las mujeres como en un objeto para cumplir con sus espectativas primarias. No me había pasado nunca hasta ese momento. No anuncié ni una sílaba mientras ella apuraba el contenido de su vaso enjoyado. Una brisa fresca se colaba por la puerta y daba una sensación muy agradable, todas las personas del bar nos fijamos. Los jóvenes aventureros se agolpaban en el magnífico local esa mañana. No se puede pedir menos, pues las camareras son atractivas y el camarero es amable como nadie. Debía ser alguna diosa del mar, caída en desgracia por la cobardía de algún marinero. Yo sería su galán y ella mi princesa. Le pregunté su nombre y no me lo dijo. Probé con todos mis trucos y finalmente la miré de arriba a abajo, la deseaba pero no obtuve respuesta. Si no hubiese sido por el ambiente cordial y la pomposidad de mis compañeros de fiesta, la hubiese tomado dulcemente en aquella barra de madera perfecta. Terminó su alcohol y se dispuso a marchar. Era un ángel y volvía al cielo. Al llegar a las elaboradas puertas con su gracioso caminar, se volvó y dirigió sus almas hacia mi humilde persona. Sus perlas casi pude ver y pronto desapareció aquel ser de ensueño. Se oscureció el mundo al desaparecer ella, volvió la miseria. Quizás podría encontrarla otra vez, entre los insectos terrestres que plagaban aquel mundo de pesadilla que me negaba sus besos. Me giré en aquel taburete oxidado perdiendo el alma en un suspiro derrotado. Un borracho viejo tosió y escupió la inmundicia en el suelo gastado del antro. Todo era normal de nuevo, de viejo...

jueves, 12 de julio de 2012

Sexo sin amor.

La noche se fue marchando y la salida del sol le recordó que su tiempo ya acababa. Era una flor sin sustancia, eso decía su madre. Se levantó de la cama húmeda de fluidos nocturnos. Su desnudez era un recuerdo del placer pasado. Nunca había pagado por un chico de compañía, hasta aquella noche. No fue el mejor sexo de su vida pero se ganó su elevado sueldo. Cogió un cigarro de un paquete que había sobre la mesilla y lo encendió. Ella no fumaba casi nunca, le pertenecía a él. Un espejo de cuerpo entero le devolvía su reflejo desde el fondo de la habitación. Observó su figura lentamente mientras daba una calada y echaba despacio el humo. Entre la bruma descubrió primero su pelo largo y rizado, quizás llevaba el flequillo un poco corto. Su cuello era esbelto y no demasiado alto. Los abultados senos aun conservaban buena parte de su firmeza, eso era bueno. Se fijó en el color moreno de sus amplios pezones. A los hombres les encantaban aquellos pezones, los mordían y los besaban hasta la saciedad. Bajando hasta su ombligo se detuvo un instante, pues una pequeña imperfección se dibujaba a partir de ahí. Sus caderas redondeadas prometían facilidad para el parto y sus piernas poderosas daban poder y potencia a su cuerpo, quizás algo pesado para su altura. Lo mejor en su opinión eran sus labios, dulces y rosados para ser besados...
El chico se movió en la cama, se estaba despertando. Ella se acercó y se dedicó a explorar con la vista aquel cuerpo pulido en el gimnasio. Su color bronceado tenía forma de "V" y su poderoso trasero estaba quizás algo levantado para ser un chico, casi femenino. El enorme pecho se movía al compás de su respiración y, al despertarse, su pene se tornaba erecto como a todos los jóvenes por la mañana. Sin duda era muy guapo. Lo más destacable eran sus formidables ojos azules. Se estaba poniendo cachonda de nuevo. Se preguntaba si le volvería a cobrar si lo terminaba de despertar con sus labios tapando su miembro. Era hora de probarlo...
Era una flor sin sustancia, eso decía su madre, pero aquel día no sería una flor sino una abeja reina succionando el néctar de la vida...

viernes, 6 de julio de 2012

Renacer


Abrió los ojos y observó la oscuridad. Sabía perfectamente donde estaba, era una tumba. No recordaba muy bien el motivo de su reclusión pero era un hecho. Miles de preguntas rondaban su cabeza, muchas de ellas sin sentido. Su identidad era un secreto que no conocía. El olor a tierra se metía por sus fosas nasales y era insoportable. Intentó moverse pero estaba dentro de una caja. Era una pesadilla, seguramente él era un hombre normal con una vida normal, tenía que serlo. Aclaró  un par de veces la sequedad de su garganta y abrió los párpados. Nublaba sus ojos el aire oscuro, denso como un mar nocturno, mientras su cerebro despertaba tras algún tiempo de profundo letargo. Después de la primera lágrima un torrente brotó de sus ojos. Debía salir de allí, no estaba muerto, era un error. Intentó gritar pero de su garganta solo salía aquel polvo seco, agrietando su boca. El sabor de la sangre llegó a su boca. Comenzó a retorcerse en el pequeño habitáculo en el que descansaban sus restos, los restos de un hombre muerto. La desesperación lo invadió como si el sol hubiese salido en su pequeño mundo para darle fuerzas. Hizo acopio de todas sus fuerzas y brotó de la tierra destrozando todo a su paso. Las encías le dolían, el sabor rojo ya no era tan desagradable. Ahora lo recordaba todo, era su prueba, y la había pasado.
-        -Renace de tus cenizas- dijo el ser que lo estaba esperando.
Sostenía un cuerpo vivo, apenas era una chiquilla. El ansia creció dentro de él y en un suspiro ya había cubierto los pocos metros que los separaban. Ella no se resistió, sabía que era inútil. La abrazó con sus ahora poderosos brazos y supo que estaba completo. Ya lo recordaba todo, sabía que había pasado su prueba, lo sabía  mientras dejaba sin sangre a aquella pobre chiquilla…
-      -Ya no tendrás miedo a la oscuridad, ahora tú serás la muerte- le dijo el caballero oscuro que identificaba como su maestro…

miércoles, 20 de junio de 2012

Dieta (Fran Cuesta y Alejandro Carrillo)


No, no se trata de eso. No es que me uniera a uno de esos grupos de “New Age” que reniegan de sí mismos. No puede ser, yo no soy así, para nada.
Con esto no quiero cambiar el mundo, ni protestar contra nada, ni renegar de mi propia naturaleza. Lo digo en serio. Solo es algo que me ocurrió una noche después de salir a buscar comida.
Esa vez conseguimos a un tipo calvo y lleno de grasa que iba con su hija, una flaquita de trenzas rubias y vestido azul.
Mientras comíamos, Vívian y yo estábamos hablando un poco del amor, un poco burlándonos de esos idiotas que intentan cambiar. Pretenden volverse mejores personas, más compasivos, y dejar de comer carne. No comprenden que ya no son humanos, que somos lo que somos... De repente, al morder un trozo del pulmón de la niña pequeña, sentí un profundo asco, una nausea que crecía desde mi estómago.
¡Ahhggg! ¡Nunca me había ocurrido algo así! Los pulmones siempre habían sido mis piezas favoritas y ahora, de la nada, me sabían peor que la horrible comida de esos hippies. Malditos “New zombies” y sus vegetales que pretenden imitar la carne fresca. Malditos por siempre sean todos.
No es posible describir lo que sentía. Lo que os diga siempre será poco, la realidad es mucho peor.
Vomité. Vívian se quedó mirándome estupefacta. Al principio parecía no poder creerlo, ya habíamos salido muchas veces a comer y se sorprendió mucho de verme así. Algo se iluminó en su retorcida mente. Se rió de mí. Me empezó a molestar esa risa histérica mientras me decía: “¡Hippie, hippie, pronto terminarás pastando como todas esas vacas estúpidas! ¡Ja, ja, ja!”.
Me sentí muy mal. Desde mucho tiempo antes Vívian ya me gustaba (su precioso ojo azul colgándole hasta su mejilla perfecta, los pedazos casi violetas de esternón que se le salían del vientre, los dientes negros, cafés, rojos, maravillosamente podridos) y siempre que podía trataba de impresionarla.
Una vez, tan sólo para demostrarle lo fuerte que era, capturé a tres inmensos trillizos. Para cuando ella había llegado al lugar donde la cité, ya les había abierto el cráneo y dispuesto sus cerebros para que la delicada Vívian los comiera sin la lata de tener que levantarles los sesos. (A veces, cuando a uno se le hace agua la boca, es desesperante no tener a mano ninguno de esos instrumentos “especiales” para la tarea).
Así que ahora estoy en una encrucijada. He tenido que alejarme de Vívian.
Al principio, después de la primera experiencia con mi cambio de gusto, intenté fingir que el sabor a sangre me seguía resultando bueno.
Cuando comíamos juntos actuaba como si me llevara a la boca el manjar más exquisito. Sólo lo logré durante unos días.
No debí hacerlo muy bien. (¡El sabor era realmente insoportable!)
Vívian se dio cuenta y se burló, me dijo que era un estúpido y se fue con una de esas pandillas de locos motorizados porque, según ella, ellos si eran verdaderos zombies...
Me he quedado en medio de todo. Solo. Extraño a Vívian. Pensé que algún día nos quedaríamos juntos, pudriéndonos, y tal vez formar una familia.
Estoy desesperado. A veces, lo confieso, me siento tan solo y hambriento que me aproximo tímidamente a ellos. Ya sabéis, a los campamentos de esos nuevos zombies que quieren cambiar el mundo; los observo sorprendido, veo su cabello cayéndoles hasta los hombros, sus caras ligeras, sonrientes, llenas de sueños...
Hoy me he acercado a uno de ellos, un tipo calvo con un hacha clavada en la cabeza. Estaba separado del resto y he ido a mirar mientras devoraba una remolacha, con su color tan parecido a la sangre. Hace días que no como. Empiezo a perder movilidad, como esos cuerpos que se quedan inertes en las esquinas a veces, no encuentran que comer pero no mueren. La eternidad de pie...
Me giro y comienzo a caminar pensando en todo lo que castiga mi viejo cerebro. Tropiezo con algo y me desplomo con todo mi peso contra el suelo. No logro ver nada durante un largo instante. Poco a poco la luz vuelve a entrar en mis ojos, en mi ojo, solo veo por el derecho. Al levantar la mirada descubro una figura impresionante, maravillosa, como si la diosa esa de los griegos hubiese muerto y se hubiera convertido en zombie. Su pelo rubio enmarañado le cae hasta la espalda, sus ojos azul cielo (a juego con el tono de su piel) están fijos en mí y ese agujero en la mejilla me permite descubrir el interior de su boca y los restos de comida pútridos en su interior. Perfecta. Lleva mi ojo izquierdo en la mano, se habrá caído. Me levanta y me acerca al campamento. Unos tipos quieren hacerme daño, dicen que no soy uno de ellos. La chica no lo permite. Me sienta en el suelo, cerca de un coche volcado, y me ofrece algo de comer. Me lo meto en la boca nada más verlo. Lo engullo rápidamente y me llena por dentro. Es delicioso. Sigue ofreciéndome verdura, mientras me acuna entre sus brazos...
Ahora vivo con ella. Hemos abandonado su antigua comunidad. Me ha puesto un nuevo nombre y he olvidado el mío. “Jack”, me dice, y obedezco lo que me pida. Vamos a crear un nuevo grupo, sin restricciones alimentarias. La raza zombie, según ella, debe evolucionar...Va pasando el tiempo...
Ayer vi a Vívian tirada en una calle. Le faltaba un brazo. Seguramente se caería de una moto y se quedaría ahí, traspuesta. Me acerqué, ya no sentía esa fascinación por ella. Encontré su brazo un poco más allá, se lo devolví. No hablamos. Su ojos pedían ayuda, seguí caminando...
Cuando vivía con ella me sentía muy solo a veces. Un día encontré un perrito y quise quedármelo. Cuando ella lo descubrió me castigó por mi osadía, no podía creerlo, ya no era dueño de mi mismo. En aquella época no me importaba pero, mientras arrastraba mis pies muertos por la acera y escuchaba los lamentos de mi antigua pareja, esa imagen llegó a mi cabeza. Vívian matando a mi perro...


Ha pasado algún tiempo y estamos teniendo problemas con los zombies vegetarianos. Se han unido a los demás contra nosotros. Atacan nuestra comunidad. Cogen a nuestros amigos y les quitan las extremidades para verlos sufrir mientras los demás zombies (que se hacen llamar cárnicos) se los comen. Hemos puesto el campamento en las afueras, somos más de cien. Siempre huyendo. Aún así nos han encontrado. Al caer la noche han atacado. Los de la “New Age” van primero con armas de todo tipo y los cárnicos detrás, comiéndose los restos, ya siempre es así. Es un verdadero holocausto, una masacre. Uno de ellos está atacando a mi reina, mi flor podrida. Ella no lo ha visto, le va a dar por detrás con un hierro, la matará. Voy hacia allá pero alguien me sale al paso. Es Vívian y un tipo gordo con una chaqueta de cuero, un motero como no. Me golpea con un bate en mi ojo sano mientras ella me señala y se ríe. Lo último que veo es una inscripción de la liga de béisbol y de fondo, monstruos comiéndose a mi chica...






martes, 12 de junio de 2012

Labios Rojos


Levantó la mirada y allí estaba ella observándolo. Algo se apoderaba de sus vísceras cuando eso ocurría, seguramente pretendía ponerlo nervioso. Esperaba un fallo para dejarle en ridículo. Nunca podría estar tranquilo. Todos siempre la tomaban con él, los chicos lo odiaban y las chicas se reían de su cuerpo regordete y su cara de niño tonto. Le enseñó los dientes de aquella boca de labios rojos y carnosos. No podía mostrar debilidad y utilizó su mirada mas fría para traspasar aquellos ojos azules, hasta que ella se movió y se alejó por el pasillo de la vieja escuela, zarandeando de un lado a otro sus asquerosos rizos dorados...

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Sus tacones resonaban por el viejo pasillo, se quería morir. Sus ojos goteaban ante el recuerdo de aquella mirada de desprecio. El sentimiento le oprimía el pecho, ese sentimiento que todos alguna vez tenemos. Se metió en el servicio de chicas, aquel que desprendía un aroma nauseabundo todo el tiempo, allí donde nadie la buscaría y podría limpiarse el oscuro deseo del bajo vientre...

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Cuando terminaron las clases cogió el arma de su taquilla, frío brillo gris que pronto tornaría de rojo, muerte líquida y brillante. Era una suerte que nadie se fijase en él, nadie sabía de lo que era capaz. Se apoyó en la pared, cerca de la entrada del colegio y esperó. Ya no lo miraría más, acabaría con esa sonrisa descarada, hundiría la hoja profundamente en el fondo de su vientre y acabaría con la luz de sus ojos para siempre. La vio venir, con su vestido blanco y sus labios pintados color sangre. Lo descubrió aguardándola pero eso ya no importaba...

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El chico estaba allí, parecía como si estuviese esperándola. No iba a volver a abochornarla, no lo iba a permitir. Caminó directamente hacia él.

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Ahí viene”- se dijo el chico, y agarró fuerte la empuñadura de la muerte.
La chica se acercó demasiado, como para decirle un secreto, una distancia mortal. No sabía aun el error que estaba cometiendo...

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Lo llegó a abrazar sin ser rechazada, quizás podría conseguirlo después de todo. Su cuerpo se puso tenso, estaba sedienta de su contacto. Podría tal vez acercarse a su amor.

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Pasó su brazo izquierdo por su cintura y sacó el cuchillo, la hoja de metal que traería la muerte de la mujer de sus sueños. ¿Cómo? ¿Qué era ese pensamiento? ¡Error!, su mente le había jugado una mala pasada y había dudado...

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Al notar la mano en su cintura lo besó e introdujo su lengua húmeda dentro de su boca hasta alcanzar el éxtasis. Le dijo lo que sentía.

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Lo cogió desprevenido, ya era tarde. La lengua buscona se movía dentro de su ser y su cuerpo empezó a reaccionar. Era demasiado tarde, guardó la hoja en su funda y escuchó una declaración de sus labios rojos, sus perfectos labios rojos.
-Yo también te quiero- se oyó decir y comprendió que ya jamás podría hacerle daño, pues ya estaba dentro de su corazón...

miércoles, 30 de mayo de 2012

Otra historia de Bar

Decidió levantar la mirada y se encontró con sus curvas avanzando hacia él. Esa noche no estaba muy cómodo consigo mismo pero esa visión tan seductora era irresistible. Llegó como una brisa dulce y fresca. Lo sedujo despacio, con ese sabor amargo que dejan algunas mujeres en los labios, ese regusto irresistible. El bar estaba oscuro y la gente era como un vaso con demasiada agua en su interior, rezumaban. Mientras encontraba un taburete sucio, observó los peatones que desfilaban a través del marco de la ventana del garito. Los detestaba, pues posiblemente algunos habrían tenido el placer de su compañía, nada es virgen en este mundo. No quería pensar en ella poniéndole etiquetas, ahora le pertenecería a él. Pasó su mano sudorosa alrededor de su cintura con la intención de lanzarle un susurro entre el estruendo del antro. Sucio y abochornado se congeló en el camino. ¿Estaba loco?, nadie en su sano juicio tendría la osadía de dirigirse a algo tan maravilloso en su estado, tan perdido. Era cierto, se sentía solo entre la multitud. Sus seres queridos podrían haberle animado pero sus seres queridos no estaban, solo aquella rubia. La miró fijamente y ella le devolvió un destello verde, un brillo digno de la mirada de cualquier ser de la naturaleza. No podía perder mas tiempo, el ansia creció dentro de su estómago como una bestia hambrienta. Su mal se apoderó de él y recordó por qué estaba solo. Por fin lo hizo. Se lenvantó, la alzó en vilo y acabó con ella. En el bareto nadie le dió importancia, como si no existiera. Volvió a sentarse y pidió otra. Otra rubia que llegó deslizándose por la barra, otro momento sin tener que recordar...

jueves, 17 de mayo de 2012

Vacío


El desierto estaba triste. El hombre pastaba del sol del mediodía. El animal lo miró, al borde del colapso. Solo dos figuras en el llano amarillo, ser y no ser, moribundos. Caminó solo entre el gentío subiendo peldaños de viento durante toda su vida pero ya no queda agua para beber. El páramo misterioso se abre a su vista, como a tantos otros antes que a él. No sirve la tecnología, la religión no lo salva. La montura cae a sus pies, fallece... Se abandona a la muerte. Sus restos quedan atrás, la oscuridad lo envuelve bajo el sol nocturno. El ser eterno lo recoge y el mundo enmudece. Manto negro y negra guadaña, susurro sin dolor. Mientras se marcha piensa en lo que deja atrás, en lo que todos dejamos atrás: Nada en el vacío cósmico...

martes, 3 de abril de 2012

L.O.V.E

Pensaba que estaba triste, pensaba que estaba sola... La pequeña mujer, con sus pequeñas braguitas y su pequeño escote observaba la calle desde su balcón. Esperaba la llegada del chico que la había cautivado durante tanto tiempo. Tenía la mirada clara y profunda, sus ojos nunca decían mentiras pero guardaban ciertas verdades...           Cuando llegó lo besó en los labios. Un estremecimiento recorrió todo su ser. Lo deseaba, y mientras él hablaba ella pensaba en sus brazos abrazándola, comiéndosela, hurgando en su interior...
El amor no todo lo puede, el tiempo es más poderoso. Cierto día se perdió la chispa o algo en su interior dijo basta, no sabría explicarlo. Sus pensamientos seguían varados en su pecho pero su cuerpo disfrutaba de otro querer. Pensaba que estaba triste, pero ya no estaba sola. Eso parecía darle fuerzas para seguir con su vida pero la ilusión es efímera y puede engañar al corazón. Alguna vez recuerda la verdadera unión que solo tiene el auténtico amor, sueña con volver a conocerlo pero ya ha llegado una vez, quizá dos...
     Ya pasados los años recuerda con cierto dolor, pues la vida le ha enseñado que no tenemos lo que queremos, que ser joven ya pasó...

domingo, 11 de marzo de 2012

El Extraño que Vuelve.

El señor Sullivan se acercó a la entrada de la pequeña carpa. Había estado en infinidad de ellos y, por supuesto que jamás se había sentido así en ninguno. Al jorobado vestido de rojo que le recogió la entrada le faltaban los dos paletones superiores. Aparte de eso y la inmundicia de sus repajes, no había nada especial en aquel trozo de carne. Se empezaba a preguntar qué diantres hacía allí. Una noche como esta debería estar en su lugar correspondiente, en un club de caballeros de la alta sociedad de París. En cambio, se encontraba en España para ver aquella ridícula representación. A sus cuarenta y nueve años no se había dejado guiar por nadie desde que dejó Londres a los quince, jamás. El estúpido del marido de su hija lo convenció para venir a verla. Se había convertido en un pilar de su empresa, casi desplazándolo a él mismo. No tanto tiempo atrás había llegado con pocas expectativas de futuro a pedir trabajo. Era un patán pero le pareció bien darle una oportunidad al que sería su yerno por derecho impuesto. Desde el principio quedó bien claro que no servía para nada, así que lo delegó a la sección seis. Dicha sección estaba compuesta por lo peor de su equipo de reporteros, pues aquello era un periódico. Estaba encargada de las noticias de sucesos y de la necrológica. Un dia cualquiera el chico fue a cubrir la noticia de la defunción de un monstruo y cuando volvió había cambiado. Era uno de esos cambios sutiles que van acetuándose despacio, sin pausa. Cierto día se bebió el café de un solo trago, algo que no había hecho nunca. Sullivan era un miembro activo en su trabajo, casi una leyenda, y era imposible que se le escapasen los pequeños detalles como aquel. Otro dia cogió la taza con la mano izquierda, cuando siempre la había cogido con la derecha... Con el paso del tiempo los cambios se hicieron menos sutiles. En seis meses estaba en lo más alto de la sección seis y optaba por el puesto de jefe de todo el personal, en la historia del periódico sería el número seis...  Eso mismo lo pondría justo por debajo de él. El niño nació muerto poco después, pero a Sullivan no le importaba a esas alturas la salud de un nieto no deseado. El señor Belmont, pues de repente ya era un señor, hacía conspiraciones a sus espaldas contra él, lo sabía, aunque no tuviese pruebas de ello. Lo saludaba por la mañana con gallardía, casi con soberbia. Lo escuchaba reír con los otros miembros del periódico, cosa que con él nunca hacían. Había algo distinto dentro de ese cuerpo, no podía ser tan perfecto, no podía superarle en todo de repente. Cierta noche llegó a casa un poco mas tarde y lo encontró hablando sobre él con su esposa, lo sabía porque al entrar en casa se callaron. Pronto cumpliría cincuenta y Belmont seguro que pensaba en jubilarlo, en matarlo para quedarse con todo. Pasaron los meses y ya casi nunca dormía con su mujer. Pasaba las noches buscando alguna pista de un pasado oscuro en ese hombre. En el trabajo era un zombi, que deambulaba alrededor de un café tras otro. El señor perfecto se había hecho cargo paulatinamente de todo lo importante en la oficina. Mientras, él se hundía despacio en el fondo del lodo, en un pozo sin fondo. Una noche, buscando entre unos papeles encontró la noticia. "La defunción de un monstruo". Fue a verlo con la intención de acusarle, pero no tenía de qué hacerlo. Entonces se sorprendió, pero no ahora. Había sido un iluso, se dejó llevar por aquella sonrisa, se dejó guiar hasta aquella carpa negra... La mano del acomodador estaba fría pero casi no la notó; pues la oscuridad lo envolvía todo a su alrededor, mientras la garra lechosa lo llevaba hacia alguna parte. Se descubrió en el centro del cuadro. Los trapecistas bailaban y los payasos saltaban. Todos vestían de negro. Miró hacia los bancos pero no había público. Giraba y giraba para verlos mejor a todos, pero le paració estar solo en aquella actuación. La música era estridente, el sonido de mil violines quejándose en un clamor de batalla. No se oyó gritar, quizás no lo hizo. Buscó una salida pero su alma estaba atrapada en el interior de su cuerpo. Sintió una nueva presencia, un ser llegado de fuera que lo invadía. Cánticos sonaban en su cabeza llegados de algún sitio. La última imagen en su cerebro fue la de verse allí tendido, en el suelo, mientras algo tiraba de su espíritu hacia abajo.Su físico se levantaba y caminaba pero no era él mismo, era una copia de lo que había sido. Otra mente dominaba su cuerpo y supo en seguida que lo haría para siempre. Ya no podría vivir la vida que le quedaba, solo apreciarla a través de lo que antaño fueron sus ojos. Quedó atrapado, dentro de su propio cuerpo. Las primeras palabras que salieron del mimo fueron:
     - Ya eres mío, llevabamos tiempo esperándote y justo hoy ha muerto otro de nosotros...

sábado, 18 de febrero de 2012

Tres historias de Amor (Femme Fatale)

Alta, con buenas curvas y generosos senos. Genevieve se miró al espejo y deseó tener la mitad de su edad, veinte años. Todavía era una mujer despampanante pero las arrugas de su piel eran protagonista principal de todas sus visitas al psicólogo. Vivía sola, en un apartamento del centro de Torremolinos. Esta noche será especial, se decía mientras se hacía fotos picantes frente al espejo, vestida con un conjunto interior negro. Terminó su atuendo con un sencillo vestido que tapaba lo justo y era muy fácil de quitar. Esta noche sería recordada por todos los hombres de Málaga, se decía mientras se perfilaba los lábios...
Llamó al ascensor, buscó un taxi y antes de un suspiro ya recibía las babas de todos los borrachos del antro en el que decidió meterse.

Rocío era dulce y sensual. Su cuerpo estaba modelado en gimnasios de toda la ciudad, se cambiaba cuando todos habían sido suya... Cuando entró el la disco todos se fijaron en ella, pero aquello cambió cuando hizo aparición aquella diosa. Se acercó a ella, la desnudó con la mirada y pronto tenía su lengua rozando su paladar. Ya había tenido relaciones lésbicas pero su nueva compañera de cama no parecía haber disfrutado nunca de tales servicios. Su lengua se introdujo en todos los rincones secretos posibles y, justo al sentir el clímax de la mujer en sus dedos, deslizó la mano libre debajo de la cama y sacó el arma mortal. El cuchillo de veinte centímetros se introdujo suavemente entre las costillas de su victima. Ya nunca le robaría la atención de los hombres. Mientras la veía morir le dijo: "Te doy la muerte que quieres, perra. Con algo grande dentro de ti"

Genevieve perdía el sentido poco a poco y, muy a su pesar, sentía que le venía otro orgasmo al oir aquellas palabras...

jueves, 9 de febrero de 2012

Tres historias de Amor (Decepción)

Delgada, bajita y de boca grande. Sus ojos eran negros y su piel canela. Las curvas de su cuerpo podrían ser tocadas por las cuerdas de una guitarra pero nació mujer, perfecta. Se levantó de noche, se puso su vestido de fiesta, que enseñaba las piernas, y de pronto ya estaba en la disco. Le gustó ese chico especial que todas buscan, guapo y divertido. Se dejó amar, como la arena caliente bañada por las olas en un dia de verano. Fue un amor intenso y como amor intenso acabó muy pronto. Un dia bien y otros mal. El chico dulce y simpático no era más que un montón de basura, lo que abunda en la noche. Lo dejó marchar y se quedó sola, sola de nuevo hasta de noche despertar...

miércoles, 8 de febrero de 2012

Tres historias de Amor (Desesperanza)

La pícara sonrisa nació en sus labios mientras se acariciaba dulcemente el pelo. La conoció un buen dia, en un buen año. Le dijo "hola" y se besaron. Su fragancia era dulce mientras la desnudaba. Descalza era el símil de un veneno, morena y atrevida, peligrosa. En cambio, sus zapatos de tacón marcaban el paso de un millar de besos perdidos en el olvido. Sabía moverse, sabía hablar, todo en ella incitaba al amor y al deseo. Cuando descubrió su voz un millar de elementos nuevos nacieron en el firmamento, fue la explosión de las galaxias en su simple pecho. No era joven pero en el nacer de sus mejillas tenía un lunar que no tapaban los años. Quizás en otro tiempo podría haberlo amado, quizás en otros años, quizás en otro estado. No pudo más que poseerla en físico, pues el desengaño de otros hombres la había inmunizado contra el amor. Tras culminar su pasión, algún tiempo después, su adoración cayó desatendida, relegada. No pudo salvar lo que quedaba de ella pues tal cosa era nada. Ninguno de nosotros podría haberla ayudado, pues no existe llama más viva que la del fuego apagado.

miércoles, 11 de enero de 2012

Alma Ausente

Me levanto y me encuentro desorientada. Busco a mi alrededor una mano amiga pero solo encuentro la muerte. La destrucción se ha abierto paso en un dia cálido, semejante a otro maravilloso, parecido a un invierno gris. Tengo 8 años y estoy sola, ahora lo sé. Quizás alguien me lleve o me ayude un buen señor con el afán de prostituirme con lo que vendrá después. El suelo está sucio y yo estoy descalza. Me encuentro bien, solo me duele un poco la cabeza. Alguien pasa por mi lado corriendo sin destino y se golpea con una pared. Camino durante horas hasta caer de rodillas. Vuelve a pasar el recuerdo de mi madre por mi cráneo atormentado. Me mira y sonríe con sus preciosos ojos rasgados. La busco a mi alrededor y solo encuentro manchas en lugar de humanos. Respiro profundamente el aire manchado y me levanto. Sufro por los poros de mi piel, se mezcla con el sudor y la sangre. Camino por edificios cada vez mas bajos, hasta llegar a la nada. Fría y sola llega la noche y se agradece en mis miembros quemados. Levanto la cabeza en busca de un fin mayor y únicamente entiendo que no hay mas aviones, que no hay que volver a esconderse. No queda nada por destruir. Despacio va menguando la niña y nace la mujer. Un ser nuevo y desgraciado producto de un mundo y una sociedad que no ha escogido, ni siquiera ha participado. Grita. Su grito no levanta pájaros ni recibe miradas extrañadas de afecto o de rencor. Casi no existe en la soledad del lugar. Enfrascada en algún pensamiento de repente comprende. Queda muy claro el motivo de la ausencia de aviones, de la falta de personas. Ya no hay ciudad, sino ruina. No habrá mujer, pese haber sido niña. Solo queda el relato de una muerte en Hiroshima.


Nota del autor:  "Los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki fueron ataques nucleares ordenados por Harry Truman, Presidente de los Estados Unidos, contra el Imperio de Japón. Los ataques se efectuaron el 6 y el 9 de agosto de 1945, y pusieron el punto final a la Segunda Guerra Mundial. Después de seis meses de intenso bombardeo de otras 67 ciudades, el arma nuclear Little Boy fue soltada sobre Hiroshima el lunes1 6 de agosto de 1945,2 seguida por la detonación de la bomba Fat Man el jueves 9 de agosto sobre Nagasaki. Hasta la fecha estos bombardeos constituyen los únicos ataques nucleares de la historia".       Amig@s, de nosotros depende evitar que se repita.