jueves, 12 de julio de 2012

Sexo sin amor.

La noche se fue marchando y la salida del sol le recordó que su tiempo ya acababa. Era una flor sin sustancia, eso decía su madre. Se levantó de la cama húmeda de fluidos nocturnos. Su desnudez era un recuerdo del placer pasado. Nunca había pagado por un chico de compañía, hasta aquella noche. No fue el mejor sexo de su vida pero se ganó su elevado sueldo. Cogió un cigarro de un paquete que había sobre la mesilla y lo encendió. Ella no fumaba casi nunca, le pertenecía a él. Un espejo de cuerpo entero le devolvía su reflejo desde el fondo de la habitación. Observó su figura lentamente mientras daba una calada y echaba despacio el humo. Entre la bruma descubrió primero su pelo largo y rizado, quizás llevaba el flequillo un poco corto. Su cuello era esbelto y no demasiado alto. Los abultados senos aun conservaban buena parte de su firmeza, eso era bueno. Se fijó en el color moreno de sus amplios pezones. A los hombres les encantaban aquellos pezones, los mordían y los besaban hasta la saciedad. Bajando hasta su ombligo se detuvo un instante, pues una pequeña imperfección se dibujaba a partir de ahí. Sus caderas redondeadas prometían facilidad para el parto y sus piernas poderosas daban poder y potencia a su cuerpo, quizás algo pesado para su altura. Lo mejor en su opinión eran sus labios, dulces y rosados para ser besados...
El chico se movió en la cama, se estaba despertando. Ella se acercó y se dedicó a explorar con la vista aquel cuerpo pulido en el gimnasio. Su color bronceado tenía forma de "V" y su poderoso trasero estaba quizás algo levantado para ser un chico, casi femenino. El enorme pecho se movía al compás de su respiración y, al despertarse, su pene se tornaba erecto como a todos los jóvenes por la mañana. Sin duda era muy guapo. Lo más destacable eran sus formidables ojos azules. Se estaba poniendo cachonda de nuevo. Se preguntaba si le volvería a cobrar si lo terminaba de despertar con sus labios tapando su miembro. Era hora de probarlo...
Era una flor sin sustancia, eso decía su madre, pero aquel día no sería una flor sino una abeja reina succionando el néctar de la vida...

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