jueves, 26 de julio de 2012

Nota

Te escribo esto para que sepas que no te olvido mi amor. Tengo días en los que me acuerdo de tí y recuerdo cada parte de tu ser como si fuese mía. Pienso en tí paseando de noche, mientras contemplo la Luna, a través de un parque negro, siniestro. Una sonrisa tuya significa un nombre en tus labios de terciopelo. Dicho nombre significa un beso. Las estrellas abrazan a la Luna como me gustaría poder abrazarnos, eternos. Silencio y oscuridad me trae tu recuerdo, silencio presente por susurros pasados y oscuridad por mi vida desde aquello. El roce de tus piernas en las sábanas vaga por mi cerebro y el llanto de mi cuerpo es un dolor que guardo con celo, pues eso me queda de tu tiempo. Tropiezo en la penumbra con un firme deseo. No puedo ni quiero evitar dormir sobre tu pecho. La calle desierta anuncia el drama de tu pérdida. Una carretera triste separa el parque de la playa. Muchas veces hemos disfrutado de esa arena blanca, dulce mar salada. Nos despertamos temprano aquella mañana. Las lágrimas inundan mis ojos al recordar lo nuestro. Malditos coches y malditas prisas que acabaron en mi pesar eterno y en tu entierro. Pero conserva la paz mi amor, no habrá más desconsuelo. Lanzaré esta nota al viento mientras mi sangre brota de la herida que siempre hubo en mi pecho.

lunes, 23 de julio de 2012

Casi una Sonrisa

Se escuchaba mi canción favorita en la estación de radio del viejo transistor, en la vieja taberna de mar. El sol se filtraba por las grietas de aquel viejo tuburio y mostraba toda la inmundicia que allí pernoctaba. La suciedad estaba viva en el ambiente. Un saxofonista viejo y cansado comenzó a tocar una balada olvidada, no la conocía ni él mismo. Se consumía la cerveza y el vino viejo por doquier. Los vasos estaban tan limpios que casi filtraban la luz, algo anormal pasaba a mi alrededor. Me fijé que el pordiosero que se hacía llamar camarero, llevaba los pies tan sucios que hasta las ratas lo esquivaban al pasar, algo insólito pues eran ratas curtidas y no hacían asco en lo peor. El ambiente, invadido por cierta niebla era denso como humo mojado en alcohol. Una figura apareció en el resquicio de la puerta, alguien nuevo. Esbelta, con media sonrisa de pícara y música alrededor. Se la veía segura y distante, un secreto andante que yo debía desvelar. La observé mientras caminaba por el ahora precioso suelo de la taberna. La pequeña luz del techo era suficiente para resaltar sus turgentes senos y fijarme en su rostro. El ángulo de su perfil estaba cincelado en caoba y sus ojos almendrados incitaban a un deseo oscuro y secreto. Me acerqué a ella mientras pedía algo bueno y fresco. Le puse mi mejor sonrisa y esperé alguna reacción en su faz egipcia, belleza sin igual. Muchos hombres piensan en las mujeres como en un objeto para cumplir con sus espectativas primarias. No me había pasado nunca hasta ese momento. No anuncié ni una sílaba mientras ella apuraba el contenido de su vaso enjoyado. Una brisa fresca se colaba por la puerta y daba una sensación muy agradable, todas las personas del bar nos fijamos. Los jóvenes aventureros se agolpaban en el magnífico local esa mañana. No se puede pedir menos, pues las camareras son atractivas y el camarero es amable como nadie. Debía ser alguna diosa del mar, caída en desgracia por la cobardía de algún marinero. Yo sería su galán y ella mi princesa. Le pregunté su nombre y no me lo dijo. Probé con todos mis trucos y finalmente la miré de arriba a abajo, la deseaba pero no obtuve respuesta. Si no hubiese sido por el ambiente cordial y la pomposidad de mis compañeros de fiesta, la hubiese tomado dulcemente en aquella barra de madera perfecta. Terminó su alcohol y se dispuso a marchar. Era un ángel y volvía al cielo. Al llegar a las elaboradas puertas con su gracioso caminar, se volvó y dirigió sus almas hacia mi humilde persona. Sus perlas casi pude ver y pronto desapareció aquel ser de ensueño. Se oscureció el mundo al desaparecer ella, volvió la miseria. Quizás podría encontrarla otra vez, entre los insectos terrestres que plagaban aquel mundo de pesadilla que me negaba sus besos. Me giré en aquel taburete oxidado perdiendo el alma en un suspiro derrotado. Un borracho viejo tosió y escupió la inmundicia en el suelo gastado del antro. Todo era normal de nuevo, de viejo...

jueves, 12 de julio de 2012

Sexo sin amor.

La noche se fue marchando y la salida del sol le recordó que su tiempo ya acababa. Era una flor sin sustancia, eso decía su madre. Se levantó de la cama húmeda de fluidos nocturnos. Su desnudez era un recuerdo del placer pasado. Nunca había pagado por un chico de compañía, hasta aquella noche. No fue el mejor sexo de su vida pero se ganó su elevado sueldo. Cogió un cigarro de un paquete que había sobre la mesilla y lo encendió. Ella no fumaba casi nunca, le pertenecía a él. Un espejo de cuerpo entero le devolvía su reflejo desde el fondo de la habitación. Observó su figura lentamente mientras daba una calada y echaba despacio el humo. Entre la bruma descubrió primero su pelo largo y rizado, quizás llevaba el flequillo un poco corto. Su cuello era esbelto y no demasiado alto. Los abultados senos aun conservaban buena parte de su firmeza, eso era bueno. Se fijó en el color moreno de sus amplios pezones. A los hombres les encantaban aquellos pezones, los mordían y los besaban hasta la saciedad. Bajando hasta su ombligo se detuvo un instante, pues una pequeña imperfección se dibujaba a partir de ahí. Sus caderas redondeadas prometían facilidad para el parto y sus piernas poderosas daban poder y potencia a su cuerpo, quizás algo pesado para su altura. Lo mejor en su opinión eran sus labios, dulces y rosados para ser besados...
El chico se movió en la cama, se estaba despertando. Ella se acercó y se dedicó a explorar con la vista aquel cuerpo pulido en el gimnasio. Su color bronceado tenía forma de "V" y su poderoso trasero estaba quizás algo levantado para ser un chico, casi femenino. El enorme pecho se movía al compás de su respiración y, al despertarse, su pene se tornaba erecto como a todos los jóvenes por la mañana. Sin duda era muy guapo. Lo más destacable eran sus formidables ojos azules. Se estaba poniendo cachonda de nuevo. Se preguntaba si le volvería a cobrar si lo terminaba de despertar con sus labios tapando su miembro. Era hora de probarlo...
Era una flor sin sustancia, eso decía su madre, pero aquel día no sería una flor sino una abeja reina succionando el néctar de la vida...

viernes, 6 de julio de 2012

Renacer


Abrió los ojos y observó la oscuridad. Sabía perfectamente donde estaba, era una tumba. No recordaba muy bien el motivo de su reclusión pero era un hecho. Miles de preguntas rondaban su cabeza, muchas de ellas sin sentido. Su identidad era un secreto que no conocía. El olor a tierra se metía por sus fosas nasales y era insoportable. Intentó moverse pero estaba dentro de una caja. Era una pesadilla, seguramente él era un hombre normal con una vida normal, tenía que serlo. Aclaró  un par de veces la sequedad de su garganta y abrió los párpados. Nublaba sus ojos el aire oscuro, denso como un mar nocturno, mientras su cerebro despertaba tras algún tiempo de profundo letargo. Después de la primera lágrima un torrente brotó de sus ojos. Debía salir de allí, no estaba muerto, era un error. Intentó gritar pero de su garganta solo salía aquel polvo seco, agrietando su boca. El sabor de la sangre llegó a su boca. Comenzó a retorcerse en el pequeño habitáculo en el que descansaban sus restos, los restos de un hombre muerto. La desesperación lo invadió como si el sol hubiese salido en su pequeño mundo para darle fuerzas. Hizo acopio de todas sus fuerzas y brotó de la tierra destrozando todo a su paso. Las encías le dolían, el sabor rojo ya no era tan desagradable. Ahora lo recordaba todo, era su prueba, y la había pasado.
-        -Renace de tus cenizas- dijo el ser que lo estaba esperando.
Sostenía un cuerpo vivo, apenas era una chiquilla. El ansia creció dentro de él y en un suspiro ya había cubierto los pocos metros que los separaban. Ella no se resistió, sabía que era inútil. La abrazó con sus ahora poderosos brazos y supo que estaba completo. Ya lo recordaba todo, sabía que había pasado su prueba, lo sabía  mientras dejaba sin sangre a aquella pobre chiquilla…
-      -Ya no tendrás miedo a la oscuridad, ahora tú serás la muerte- le dijo el caballero oscuro que identificaba como su maestro…