sábado, 10 de diciembre de 2011

El Pantalón Embarrado.

El ser se acercó despacio, con la soltura de saberse vencedor. Lo fue examinando con sus ojos profundos, salidos de algún relato desconocido. En un segundo conocía todas sus debilidades y sabía cómo aprovecharlas. Se fue desentendiendo del mundo que los rodeaba conforme seleccionaba a su presa... Estuvo acechando desde las sombras un buen rato, sin que se diera cuenta, con esa astucia innata del cazador felino. Estudió todos sus movimientos con los sentidos de depredador y se lanzó al ataque desde la niebla del lugar. Todo daba vueltas en su cabeza y lo aprovechó para dejarse ver por un momento, como en un suspiro del viento. La noche fue cerrando sus brazos y se vio envuelto en la bruma que precede al despertar, con sus garras alrededor del brazo. Caminando bajo los albores del amanecer fue testigo de la cacería, viviéndola en sus carnes, consumándola en cualquier callejón oscuro. Rápido y sencillo es el camino tantas veces andado, mas que nada por vicio, casi sin haber sudado. Se fue, y lo dejó allí tirado, con el perfume se sus besos y el pantalón embarrado.

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